En estos tiempos locos por desatar todo, mas que por atar. Por estar más pendiente del que hay al otro lado de la red, que de dar un buenos días. Es curioso, estaba el otro día en la tienda de instrumentos musicales de Quini Almendros, en Jam en Granada, y entraron tres personas en diez minutos, ninguna fue capaz de pronunciar las dos sílabas de un "hola" o endulzar con un "buenos días" las relaciones y su espacio entre humanos. Tiempos modernos de Ipads, Ipods, Iphones, I pollas... De macro producciones cinematográficas en 3 D, de refritos de fritos con el aceite más negro que el tizón. De ideas manoseadas. De palabras sin nombre. De reductos clandestinos donde la palabra está exiliada. De música tecnológicamente perfecta, pero carente de pulsión. Donde a un pinchadiscos se le denomina músico, contaminando de partida el arte de la ejecución, creación, composición e interpretación de unas notas. Donde un rapero es considerado Mozart, y con todos mis respetos en el arte de la rima, pero ¡qué va a ser en unos años de los músicos si las máquinas van a darnos el solo perfecto de piano, la voz impostada de pantomima, la afinación de pacotilla!
Cualquiera es artista, palabra tan manoseada que suena a rifirrafe en Telecinco, a portada del Hola, o a monigote previo cobro de vida privada, miserias, cuernos y chupadas del frasco, Carrasco, en verborrea televisiva. Cualquiera se arroga el ropaje digno, lo que solo el esfuerzo, el trabajo, una vida, una obra, una trayectoria te van a dar. No un índice de audiencia, o de decencia, o de indecencia.
Arte con mayúsculas. Artista con mayúsculas, "The artist", El artista, la película mundial del momento, francesa para mas señas, pisa con garbo. Creo que como en una coctelera va a remover los ojos, el hielo, los oídos, el vermouth, los corazones, el vodka, y va a hacernos replantearnos las reglas de lo establecido, a los degustadores o creadores de cualquier disciplina que con la emoción como ingrediente aun creemos en lo elegante. Beber de los grandes engrandece. Doy fe, y pruebas estas semanas en las que me he codeado con algún que otro creador por motivos singulares (mi próximo disco). Beber, no como esa pelele llamada Bebe (musa del mal gusto, adalid de la incorrección, o corrección política, con un éxito aplastante que la ha aplastado, y ojalá me equivoque, no le deseo el mal a nadie, aunque alguno lo merece).
El arte es el detalle, o el todo. "El lunar" en el rostro, o el cuerpo. La luna y su lunático. El sueño de la razón, o la sinrazón por un sueño. La sonrisa, la lágrima, la ingenuidad, la pasión, el esfuerzo, el teatro donde Johnny B. Goode un día verá su nombre en luces de neón, en definitiva, el sueño buscado que cantó Silvio Rodríguez.
ANTONIO ÁLVAREZ
Canción EN BUSCA DE UN SUEÑO- Silvio Rodríguez